martes, 18 de marzo de 2008

Sólo Fernando y la 'santina' podían obrar un milagro así


Mucho debieron sufrir los aficionados ovetenses que se reunieron para seguir juntos el retorno de Fernando Alonso a Renault. Su apoyo ya es casi una tradición. Seguro que al final cayeron aún más rendidos ante su héroe y salieron convencidos de que sólo Alonso y 'la santina' podían obrar un milagro así: pasar de la desesperada decepción a la alegría de un casi podio en las diez últimas vueltas.
Faltaban diez vueltas para el final, con el safety car en pista, y Alonso era décimo, tras Raikkonen y Kovalainen. Fue entonces cuando Nakajima se llevó por delante a Kubica; los dos entraron a boxes pero el polaco, que había sido segundo buena parte de la carrera, abandonó: ¡Alonso ya estaba en los puntos!.
Kovalainen atacó a Raikkonen. Hizo una osada maniobra de adelantamiento, tan forzada que ambos quedaron como clavados y Alonso les superó como una exhalación para encontrarse una pared en Sebastián Bourdais y con Heikki presionándole. A dos vueltas del final, con Raikkonen detenido en la entrada de boxes y el motor roto, Bourdais rompió también y Fernando se encontró cuarto.
Kovalainen no se conformaba. El McLaren era superior, muy superior, al Renault y el finés no cejó en su empeño. Atacó una y otra vez, como venía haciendo desde que se sintió 'humillado' por el adelantamiento doble de Fernando a él y Kimi. En la última vuelta, Heikki superó a Fernando pese a la resistencia de éste. Pero tocó el botón del limitador de velocidad al salir de la curva y entrar en la recta principal; el motor se quedó un par de segundos renqueante.
Este golpe de fortuna, si quieren,era todo lo que necesitaba el asturiano para recuperar su posición, que ya no abandonaría, terminando en un puesto que fue muy, pero que muy trabajado

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