miércoles, 5 de marzo de 2008

la otra cara de la eliminatoria




Barcelona Beer&Football tour
Vivimos con los seguidores del Celtic 24 horas de turismo futbolístico-cervecero en Barcelona. Este es el relato de la experiencia en primera persona.

‘Beer&Football Tour’ comienza el lunes por la noche. Arza, un amiguete que viajó a Glasgow con el Barça a Celtic Park hace quince días, recibe la devolución de visita de unos amigos de Glasgow que acaban de llegar a la ciudad sin entradas y con sed. Han quedado en la Plaça Real, donde nos sentamos detrás de una magníficas jarras de cerveza de litro. Cuando nosotros vamos por la mitad, ellos están encargando la segunda ronda, que acompañan, debe de ser una nueva costumbre, con un cubalibre como si fuera la tapa de olivas. Alguien les ha conseguido dos entradas para el partido, pero al ser en ‘zona culé’ tienen que pasar desapercibidos en la puerta y disimular que son escoceses. Para ello, se han comprado dos camisetas del Barça, pero cuando se las ponen parecen lo que son: dos escoceses con camiseta del Barça.Les encanta Barcelona a pesar de que nada más salir de su Hotel en el calle Sant Pau ya les han intentado atracar. Lo consideran como parte del paisaje y del encanto local. Sólo les falta coger el tren de cercanías. Los ‘pubs’ de la zona de las Ramblas bullen de camisetas verdes y blancas hasta altas horas de la noche. La policía vigila el monumento al ‘avi’ Macià no sea que alguno lo confunda con un lavabo público, mientras que las putas de la zona vigilan a los escoceses, que a su vez vigilan a los bares y su hora de cierre.El martes por la mañana la cita es en Montjuïc, donde l’Ajuntament de Barcelona ha preparado un ‘Celtic Meeting Point’ para la afición escocesa. Se trata de algo así como el Festival de la Infancia de toda la vida, pero con cerveza en vez de con Cola Cao. Como en el Festival de la Infancia, hay camas elásticas; toros mecánicos; mesas de ping pong; futbolines; karting; mucha policía (a diferencia de lo que pasa con los niños, a los escoceses no les dan paseos en moto) y también muchos niños.Les pregunto a un par de pequeños y sonrosaditos fans del Celtic si es que no toca cole hoy en Glasgow y me responden que “sí que hay cole, pero mi padre es muy enrollado y me deja venir”. Uno metros más atrás veo al padre, que es como el niño, sólo que mide 1,90, pesa 160 kilos, lleva pendiente, tatuajes y una cerveza de medio litro. Hoy en Glasgow sólo deben de haber ido al cole los niños del Rangers, el resto están en Barcelona.A los del Celtic les están haciendo una paella gigante de esas que se veían en el anuncio de un detergente que enfrentaba a los de Villa Arriba con los de Villa Abajo. Ninguno de los del Celtic tiene pinta de quedarse a fregar los platos. Para comer una ración de paella hay que sacar un ticket de 12 euros. A las dos menos diez, la chica que vende los tickets me dice que ha vendido “30 ó 40 como mucho, pero hay que esperar a que vayan más borrachos, porque la paella la tendremos hasta las siete de la tarde”. Se me va al garete el mito de que en Europa se come pronto y que a los guiris les gusta la paella. En honor a los visitantes escoceses, l’Ajuntament ha decidido pasarse por el ‘Arc del Triomf’ el decreto de sequía y hoy funciona la Font Màgica a pleno rendimiento. No obstante, los escoceses están más pendientes de los grupos musicales que tocan en la explanada que de la maravilla de Buigas. Los que se lo miran divertidos son los operarios que están montando el próximo Alimentaria, que tienen un éxito de público sin precedentes. Nunca clavaron clavos ante tanto despliegue mediático.Viendo que amenaza agua y que la paella no tiene mucha aceptación, opto por cambiar de aires y regresar a la Ramblas. En la parada de metro de Espanya siguen bajando tipos vestidos de blanco y verde y cuando salgo a la luz en la parada de Liceu, me encuentro con los mismos. No son los mismos, pero lo parecen. Allí están, aplaudiendo a un conductor de autocar mientras tratan de encontrar el primer pub en el que puedan instalarse. No es fácil, porque todos están llenos. El público que está en los pubs de Las Ramblas difiere del que estaba en Montjuïc. Si los del Festival de la Infancia eran en su mayoría grupos familiares y tranquilos, los de los pubs son los tipos que estás acostumbrado a ver en un campo de fútbol británico. Tipos duros, serios y que han dejado a sus niños en Glasgow. La verdad, es que a estos de la barra no me los imagino montando en el toro mecánico ni jugando al ping pong.En el Mercat de la Boqueria, dos escoceses han tenido suerte. Aparte de comer mejor que en la Fira han trincado dos entradas de reventa a 150 euros cada una. Pagan el precio sin rechistar pero alucinan con que alguien pueda perderse este partido. “No entiendo que puede haber mejor que ir a ver un partido de fútbol. En Glasgow sólo dejas de ir al partido cuando estás muerto”. A la hora del partido, el alcohol había hecho su trabajo y la peña estaba ya claramente en la fase de confesar el cariño y en el metro se podía ver a varios fornidos escoceses dando la brasa a las locales intentando llevar la confraternización entre Barcelona y Glasgow más allá del aspecto meramente futbolístico.La sección femenina visitante también dejó entrever que más allá del fútbol hay vida, puesto que en la Fira se pudo ver a más de un grupo de fans del Celtic vestidas para la ocasión con el traje de gala oficial de loba británica: minifalda de lentejuelas; escote generoso desafiando al frío y zapatos de tacón en la mano.Lo más espectacular del partido en la grada fue la escenificación del ‘You ll’ never walk alone’ a capella. Tres minutos después, Xavi enmudecía a los 2.000 que estaban viendo el partido en el Salón de la Infancia, del que habían retirado los jueguecitos. Los bravos chicos hicieron suyo el lema de la afición del Cádiz y se fueron al bar pensando “hemos venido a emborracharnos, el resultado nos da igual”. las lobas,por su parte,salieron de caza. que bonita es barcelona si la bossa sona.

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