viernes, 9 de mayo de 2008

Pérez Burrull masacró al Barça y después se choteó


Al igual que los jugadores del Barça, el colegiado del encuentro, Alfonso Pérez Burrull, también quedó retratado. No hacía falta llevar a término una actuación tan tremendamente parcial e insultante con el equipo azulgrana cuando eran los propios futbolistas del Barcelona los que se bastaban y sobraban para desprestigiarse a ellos mismos. Aun así, el árbitro contribuyó a hacer más grande la herida con un inicio desacertado en el que todo lo que pitó lo hizo favoreciendo claramente al Real Madrid. Para rematar, ya en la segunda parte, tomó un par de decisiones con las que pareció reírse del Barça.
Su concierto de pito comenzó en la jugada del primer gol del Real Madrid, en la que no señaló una clara falta de Guti a Márquez justo antes de que Raúl marcara. Tampoco acertó en la jugada del segundo gol. Señaló una inexistente falta de Abidal sobre Sergio Ramos, cuando fue el madridista el que se abalanzó hacia el azulgrana mientras éste intentaba apartarse. En ese libre directo, Robben logró el segundo tanto merengue. Para colmo, en esa acción Touré vio tarjeta amarilla y el criterio del colegiado a la hora de repartir las tarjetas quedó en entredicho sólo en los cinco posteriores minutos, en los que Leo Messi recibió tres faltas brutales sin que ninguno de los infractores fueran amonestados. En la primera, Heinze entró por detrás al argentino, después fue Guti el que dejó el codo en una pugna con el azulgrana y finalmente Sneijder le cazó por detrás.
En la segunda parte, hubo otras jugadas en las que se ensañó con los jugadores del Barcelona. No expulsó a Marcelo tras agredir a Víctor Valdés y sí castigó al portero por exagerar algo la acción. Ya en el minuto 76, señaló como penalti unas manos de Puyol dentro del área que sí existieron, pero que fueron instintivas, ya que el capitán intentó taparse la cara. Se puede pitar pena máxima, pero con 3-0 en el marcador se lo podría haber ahorrado.
El colegiado pareció disfrutarcon la humillación que estaba sufriendo el Barcelona, ya que con 4-1 en el marcador, el choque decidido y sin que ninguno de los dos tuviera nada en juego (como, por ejemplo, un 'goal average' general en el que pudiera haber terceros implicados) decidió alargar la agonía del Barça y, por añadido, la celebración de los madridistas en el mismo césped del estadio, durante tres minutos interminables. No hacía falta chotearse de esa manera.

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