
No hay ninguna duda, ni margen para la especulación, el binomio que forman Button y el Brawn es el mejor sobre el asfalto y su éxito así lo ratifica. El GP de Turquía, séptima prueba de la temporada, se aventura decisivo en la lucha. De ganar nuevamente el inglés, muchos quedarán descartados de una batalla que desde el primer momento se les puso cuesta arriba.
El efecto ‘doble difusor’ fue brutal, pero la ventaja del coche sobre la pista no era por un elemento concreto sino, como se ha demostrado, porque era el mejor bólido en todas sus facetas: aerodinámica, chasis, fiabilidad, mecánica y motor.
El ‘milagro’ de Brawn se basa en la constancia, la experiencia, la profesionalidad y la unión de varios elementos que, combinados, funcionan a la perfección. La ilusión, unas dosis de picardía e inteligencia y el trabajo duro completan un éxito capitaneado por Ross Brawn y que tardará en olvidarse.
El ‘milagro’ Brawn, por lo tanto, tiene explicación.
LA TRANSFORMACION
Durante años el equipo de Brackley (Inglaterra) contó con uno de los presupuestos más altos de la F1. Sin ir más lejos, la mayor parte de los 500 millones de dólares que aportó Honda en 2008 fueron destinados a construir el coche del 2009. A finales de octubre, los ingenieros, mecánicos y empleados de la escudería ya sabían lo que se cocía, un coche de primer nivel. La maniobra clave llegó en pleno cataclismo laboral, cuando Honda anunció el desmantelamiento.
Honda puso en diciembre el cartel de ‘se vende’, pero no encontró comprador. Ross Brawn, junto a Nick Fry y otros tres miembros del staff de Honda F1, cerró filas en torno a la plantilla. Intentaron garantizar los puestos de trabajo apelando al ingenio. Pidieron dinero por adelantado a Bernie Ecclestone correspondiente a los derechos de televisión (35 millones) y convencieron a Honda de que no gastara 100 millones de dólares en indemnizar a 500 trabajadores. Brawn no ha despedido a ningún trabajador y, a cambio, tiene un coche puntero, el que habían preparado en silencio en 2008, aunque con la condición de que no utilizaran los motores Honda. El equipo empezó la temporada sin ningún patrocinador.
PATROCINIO
Ross Brawn, ante la ausencia de ningún otro comprador, compró la escudería por el precio simbólico de una libra esterlina y se hizo cargo de los gastos que acarrearía a partir de ese momento. La nueva escudería adoptó el nombre del comprador y ahora se denomina Brawn GP. Empezaron la temporada sin patrocinadores, pero sus resultados llamaron rápidamente la atención a posibles inversores.
El primero en sumarse al proyecto de Ross Brawn fue Virgin, una empresa propiedad del multimillonario Richard Branson. El acuerdo se anunció después de la tercera tanda de entrenamientos libres del GP de Australia, contemplando una opción de compra. Han pasado los grandes premios y la situación parece encallada porque Virgin se mantiene en el contrato de 250.000 euros por carrera que firmó y el staff de Brawn considera que el patrocinio ya vale mucho más después de su racha de victorias. De la misma manera, Branson, amigo personal de Ross Brawn, ha hecho una oferta de 30 millones por la escudería que se considera irrisoria.
A Virgin le han seguido otros patrocinadores que aportan fondos a cambio de estampar sus logos en la carrocería de los coches y en los cascos o vestimenta de sus pilotos. Ray-Ban, la conocida firma de gafas británica, aportará la cuantía anual de 400.000 euros a cambio de que su logotipo se pueda ver en los cascos de los dos pilotos. Por otro lado, también se alcanzó un acuerdo con MIG Investments.
MERCEDES BENZ
Pese a que en Brackley estaban preparados y listos los motores Honda con especificaciones 2009, nunca se han estrenado por el acuerdo alcanzado entre el fabricante nipón y Ross Brawn en el proceso de venta. Una de las claves del éxito ha sido, precisamente, la utilización de los motores Mercedes-Benz, que fueron ensamblados en un tiempo récord porque desde enero contaban en sus talleres con una maqueta del propulsor por si acababa siendo viable el proyecto. Ross Brawn también mantuvo contactos con Ferrari, pero mientras Mercedes dijo que les esperaría hasta el último día los italianos le pusieron un ultimátum en enero que no pudo cumplir.
Los motores Honda siempre habían estado entre los más potentes de la F1, pero su curva de potencia era demasiado brusca y la ‘docilidad’ que han aportado los propulsores Mercedes permite a los pilotos sacar el máximo rendimiento del coche. El bólido no luce la mítica estrella en su frontal.
LOS DIFUSORES
El ‘revolucionario’ difusor de los Brawn conmocionó el inicio de temporada. La FIA, pese a las protestas de los rivales, siempre consideró que era legal. Los comisarios aprobaron el sistema tras analizar un primer boceto con especificaciones mil, más tarde otro y así sucesivamente hasta que el puzzle se completó. Lo que en un único diseño no se aprobaría nunca, se concede en varias entregas.
ROSS BRAWN, EL ESTRATEGA
Ross Brawn fue la pieza clave en la carrera de Schumacher, siendo el complemento perfecto desde boxes a la maestría del alemán. Como director técnico de Ferrari entre 1997 hasta 2006 tocó el cielo, pero hay que recordar que este ingeniero británico ha pasado por Williams, Lotus, Lola, Arrows y Benetton. Su debut en este deporte se remonta a 1978, cuando pasó de mecánico de Frank Williams a especialista en el túnel del viento. Tras su período en Williams, Lola y Arrows, pasó un breve tiempo en la división deportiva de Jaguar, desde 1989, donde desarrolló el XJR14, que ganó el campeonato Sportscar de 1991.
En 1991 fichó por Benetton. Tres años más tarde ganaría el título mundial de la mano de Michael Schumacher, emulando la gesta actual de David contra Goliath. Cuando el alemán fichó por Ferrari en 1996, Ross tardó sólo un año en seguir sus pasos. La ilusión regresó a los tifosi, que vieron en Brawn y Schumacher la solución a sus desgracias. Sólo dos años después, Ferrari era campeón del mundo de constructores. Al año siguiente se inició la racha de cinco mundiales consecutivos de Schumacher, hasta 2004.
Cuando llegó a Honda en 2008, todo era muy diferente a hoy: la presión y la escasez de resultados minaron su reputación. Pero él siguió en la sombra, con su proyecto, paso a paso, hasta construir un equipo propio.
LA EXPLOSION DE BUTTON
Jenson Button, flamante líder del Mundial, favorito número uno al título, es el cuarto piloto en activo que más carreras ha disputado: sólo superado por Barrichello, Fisichella y Trulli. Junto con Heidfeld, es el cuarto piloto más veterano por años (debutó en 2000); todos los campeones mundiales actuales (Alonso, Räikkönen y Hamilton) debutaron después que él.
Jenson ha pasado por Williams, Benetton (Renault) y BAR (Honda). Tenía un futuro prometedor, pero siempre fue el eterno aspirante a nada. Sus actuaciones se diluían sin pena ni gloria. Pero Button permaneció impasible a las críticas hasta que la suerte se puso de su lado. ¿Cómo imaginar que la retirada del equipo que le había fichado, Honda, propiciaría precisamente su mejor período en Fórmula 1? Cuando Ross Brawn compró el chasis del RA108 y formó su propia escudería, mantuvo a dos de los pilotos más veteranos de la parrilla, aunque el inglés tuvo que rebajarse considerablemente su sueldo de 15 millones de libras. Jenson ha ganado cinco de las seis carreras disputadas.
BARRICHELLO, EL ETERNO ESCUDERO
Rubens acabó harto de ser el eterno segundón en Ferrari y abandonó la Scuderia en 2006. Fichó por Honda, donde logró tres podios ese año, pero ninguno más en las dos temporadas siguientes. En Brawn GP vive su segunda juventud. Desde que debutó en Fórmula 1 en 1993 este simpático brasileño las ha vivido de todos los colores y ahora quiere disputarle el título a Jenson Button atendiendo que no hay órdenes de equipo y aprovechando una segunda oportunidad que difícilmente volverá a presentársele en su carrera. 16 puntos en 6 grandes premios les separan, pero a simple vista parece el único con capacidad para hacer frente al británico.
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